domingo, 21 de agosto de 2011

Lloras, lloras...y cada vez más... y más. Y te aseguras a tí misma que ya no habrá nadie más. Que ya no volverás a caer en el mismo juego otra vez, no quieres tropezar de nuevo. Que no quieres que nadie te vuelva a hacer llorar. No quieres volver a pasarlo mal por una persona que no se merece tus lágrimas. No quieres que ningún otro entre en tu vida, porque hasta el momento ninguno ha demostrado ser diferente a los demás. Pero cuando al fin consigues estar bien, cuando ya casi le has olvidado y vuelves a ser la de antes... Aparece alguien, pero piensas en aquello que siempre te recuerdas a ti misma, eso de que no quieres volver a caer porque al fin y al cabo volverás a pasarlo mal, como siempre. 
E intentas evitarle, haces lo posible por no fijarte en él. Pero es ahí cuando te das cuenta de que ya has caído. Has vuelto a caer en el mismo juego de siempre. Éste no parece como los demás, te trata como una princesa, hace lo posible por que pienses que es él, es él la persona con la que compartir toda una vida. 
Ahora el destino decide, y pides al cielo que no te haga daño, que no te haga llorar, al menos, no de tristeza, que no te haga llorar como muchos otros han hecho. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario