martes, 20 de diciembre de 2011

Si amaneciera sin ti, yo no sé qué sería de mí.



Ahora que mi voz se ha convertido en apenas un suspiro,debo descansar.

Hoy que en la mitad de mi camino la evidencia me ha vencido y me ha hecho llorar.

Sé que el tiempo curará, aunque nada siga igual;no me quiero resignar,

la olvidaré.

Yo que hasta el momento ignoraba en el punto en que se hallaba esa enfermedad,

siento que la vida es como un hilo que se corta de improviso,

sin avisar.

Y en la oscura habitación necesito oir tu voz.

Ahora duermes junto a mi, esperaré.

Si amaneciera sin ti, yo no sé que sería de mí.

Hoy la muerte me ha mostrado ya sus cartas y no entiendo la jugada,

trato de salir, no quiero admitir mi soledad.

Duermo apenas cinco o seis minutos, suficientes para undirme en la tempestad.

Los demonios que hay bajo la cama esta noche no se callan;

no me dejarán.

El reloj marca las seis, lo más duro es el final,

y la luz se posará en el cristal.

Juro, aveces pienso en otra cosa, mi cerebro reacciona; no me deja en paz.

Y de nuevo vuelve a sacudirme ese frio incontenible que es la realidad.

El primer rayo de sol me ilumina el corazón; te distingo junto a mí,

mi salvación.

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