Ahora siento el roce de tus dedos por el lateral de mis caderas, un breve escalofrío recorre mi cuerpo, y me estremezco.
Tú respiración es cada vez más fuerte. Vuelvo a poner la mano sobre tu pecho. Vibra, cada vez más fuerte. Parece como si tu corazón quisiera salir de ahí.
Otra caricia. Un suspiro...
Me besas. Me susurras al oído todo lo que me quieres. Suspiro. Me muerdes el labio. Gimo. Aumenta la temperatura de nuestros cuerpos. Todo se vuelve apasionado. Intenso. Ya no siento tu piel. Te has unido a mí. Ahora sólo somos uno. Pero puedo sentirte dentro de mí. Siento una sensación de inmenso placer por todo mi cuerpo. Mi mente se aleja, se adentra en otro mundo, un mundo de sensaciones increíbles. Sensaciones que nunca había experimentado. O al menos no con tanta intensidad. Y es entonces cuando esa percepción aumenta, como el sprint final de una carrera. Y disminuye la velocidad hasta llegar al punto detenerse.
Ya puedo percibir tu cuerpo. Volvemos a ser dos almas. Y rápidamente caemos en un sueño profundo. Como antes, con una gran sonrisa dibujada en la cara, pero esta vez sí podemos dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario