miércoles, 7 de marzo de 2012





  • Hace no mucho tiempo siempre era yo la chica más buena del mundo, la que nunca hacía nada malo, la que siempre se portaba bien, la que siempre estaba ahí con todos para ayudarles, la que les escuchaba, la que siempre estaba disponible para todo y siempre dispuesta a hacer que todos consiguieran lo que quisieran. Siempre era yo la más inocente. Por eso he cambiado. Yo hacía todas esas cosas y luego ellos no se portaban bien conmigo. Yo lo daba todo y nadie me respondía, nadie estaba conmigo nunca, nadie me escuchaba, y cuando les pedía lo más mínimo nadie me ayudaba, nadie era capaz de acudir a mí. Todos me clavaban la puñalada por  la espalda cuando menos lo esperaba. Comprendí que no me servía de nada ser la buenecita. Comprendí que en esta vida hay que espabilar y ser como los demás. Al fin y al cabo te ganas el mismo título.

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