La impaciencia es una sensación curiosa. Queremos que llegue ya mismo el día siguiente, con la esperanza de conseguir lo que buscamos, aunque en nuestro fuero interno sabemos que nunca nada nos asegura que las cosas vayan a salir como esperamos.
La impaciencia es querer la confirmación mucho antes de tener la menor garantía de que nos vaya a ser concedida. Por enseñar demasiado pronto nuestras cartas (revelando que ya estamos cautivados), nos arriesgamos al rechazo. Hay que demostrar interés, pero sin fanatismo. Hay que practicar la paciencia.
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