Me giro entre sus brazos hasta que quedamos cara a cara, después le rodeo el cuello con los brazos mientras los suyos se apoyan en mi cintura, por detrás, y tiran hacia él. Me da igual todo, aunque esté rompiendo todas las reglas del mundo, me da igual, porque nuestras bocas, que se habían separado por un momento, han vuelto a encontrarse y todo menos eso deja de importar.
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